La Familia
La Iglesia considera a la familia como la primera sociedad natural, titular de derechos, y que está en el centro de la vida social. Es una institución divina, fundamento de la vida de las personas y prototipo de toda organización social. En el matrimonio, fruto del amor del hombre y la mujer, al tener un hijo, este puede desarrollar sus potencialidades, dignidad y prepararse para su destino. El hombre recibe las primeras nociones sobre la verdad y el bien; aprende que quiere decir amar y ser amado, y ser persona. La familia, encuentra su legitimación en la naturaleza humana y no en el reconocimiento del Estado, por lo tanto tiene prioridad. La sociedad y el Estado están en función de la familia. La sociedad y el Estado respecto a la familia se atienen al principio de subsidiaridad.
Matrimonio
La familia tiene su fundamento en la libre voluntad de los cónyuges de unirse en matrimonio, respetando el significado y valores propios de esto que dependen de Dios. La institución matrimonial no es una creación debida a imposiciones legislativas, sino que se debe al ordenamiento divino y se funda por la naturaleza del amor. El matrimonio tiene características propias, originarias y permanentes. En matrimonio se prometen fidelidad, asistencia recíproca y apertura a los hijos. También, se entregan recíprocamente en todos los aspectos de la persona, físicos y espirituales. La poligamia está negada por Dios porque es contraria a la dignidad de la persona. La armonía de la pareja y de la sociedad depende en parte de la manera que son vividas entre los sexos la complementariedad, la necesidad y apoyo mutuos. La introducción del divorcio en las legislaciones civiles ha alimentado una visión relativista de la unión conyugal y se ha manifestado como una “plaga social”. Pero la Iglesia no abandona a los que tras un divorcio vuelven a contraer matrimonio, los apoyan y los sostiene en la fe y en la esperanza. En cuanto a los medios para la procreación responsable se debe rechazar como moralmente ilícitos tanto la esterilización como el aborto.
Trabajo Humano
El trabajo pertenece a la condición originaria del hombre y precede a su caída, no es ni un castigo ni maldición. El trabajo debe ser honrado porque es fuente de riqueza o, al menos, de condiciones para una vida que no sea de pobreza. El trabajo es esencial, pero es Dios la fuente de la vida y el fin del hombre. El descanso abre al hombre, sujeto a la necesidad del trabajo, la perspectiva de una libertad más plena, el descanso permite a los hombres recordar y revivir las obras de Dios, y dar gracias por su vida y subsistencia a Él. Eso sí, hay que tener en cuenta que la acumulación de bienes en manos de algunos se puede convertir en una privación de bienes para otros.
El trabajo infantil y de menores, es intolerable y un tipo de violencia. La Doctrina social denuncia el aumento de la explotación laboral de los menores en condiciones de esclavitud. Esta explotación forma una grave violación de la dignidad humana que todo hombre posee. También, reconoce la legitimidad de la huelga cuando constituye un hecho para obtener un beneficio proporcionado y siempre y cuando no sea con violencia.
La Acción del Estado
La acción del Estado y de los demás poderes públicos debe conformarse al principio de subsidiaridad y crear situaciones favorables al libre ejercicio de la actividad económica, debe también inspirarse en el principio de solidaridad y establecer los límites a la autonomía de las partes para defender a la más débil. La intervención del Estado debe ser proporcionada a las exigencias reales de la sociedad creando condiciones que aseguren oportunidades de trabajo. La tarea fundamental del Estado en ámbito económico es definir un marco jurídico apto para regular las relaciones económicas por lo que debe elaborar una oportuna legislación, pero elegir bien las políticas económicas y sociales, para promover un bien común y que todos los ciudadanos participen en actividades productivas.
La Comunidad Política
Jesús rechaza el poder opresivo y despótico de los jefes sobre las Naciones, sólo Dios puede exigir todo del hombre. El hombre es responsable de sus propias decisiones y capaz de perseguir proyectos que dan sentido a su vida, en el plano individual y social. Una ley moral basada en la religión, tiene capacidad superior para resolver los problemas de la vida individual y social. La comunidad política existe para obtener un bien común, bajo el camino hacia la verdad y el bien. De hecho lo que caracteriza en primer lugar a un pueblo es compartir la vida y los valores, fuente de comunicación espiritual y moral. Todos estos valores dirigen las manifestaciones de la cultura, economía y de la convivencia social, del progreso y orden político, del ordenamiento jurídico y de todo lo que participe en el desarrollo de la comunidad. Pero el significado de la convivencia deriva de la amistad civil, que se refiere a la actuación más autentica del principio de fraternidad que es inseparable de los de libertad e igualdad.
El sujeto de la autoridad política es el pueblo, considerado como titular de la soberanía. La doctrina social indica los criterios para el ejercicio del derecho de resistencia: en caso de violaciones ciertas, graves y prolongadas de los derechos fundamentales; después de haber agotado todos los otros recursos, si es imposible prever soluciones mejores. La lucha armada debe ser un remedio extremo.
Los Valores y la Democracia
Una autentica democracia es el fruto de la aceptación convenida de los valores que inspiran los procedimientos democráticos: la dignidad de toda persona humana, el respeto de los derechos del hombre, el bien común. La doctrina social individua uno de los mayores riesgos para las democracias actuales en el relativismo ético, que induce a considerar inexistente un criterio objetivo y universal para establecer el fundamento y la correcta jerarquía de valores. Una democracia sin valores se convierte en un totalitarismo visible o encubierto puesto que la democracia es un ordenamiento y como tal un instrumento. Su carácter moral depende de su conformidad con la ley moral a la que debe someterse.
La Comunidad Política al Servicio de la Sociedad Civil
La comunidad política se constituye para servir a la sociedad civil según los principios de solidaridad, subsidiaridad y justicia. La sociedad civil es un conjunto de relaciones y de recursos, culturales y asociativos, relativamente autónomos del ámbito político y del económico. Se caracteriza por su capacidad de iniciativa, orientada a favorecer una convivencia social más libre y justa, en la que los ciudadanos se asocian y movilizan para elaborar y expresar sus orientaciones para hacer frente a sus necesidades y para defender sus legítimos intereses. La comunidad política y la sociedad civil no son iguales en la jerarquía de los fines. La comunidad política está esencialmente al servicio de la sociedad civil y, en último, de las personas. La sociedad civil justifica la existencia de la comunidad política. Es heterogenea y fragmentaria, es también lugar de enfrentamiento entre intereses diversos, con el riesgo de que el más fuerte prevalezca sobre el más indefenso.
El Uso de las Biotecnologías
Las biotecnologías tienen aplicaciones en la agricultura, zootecnia, medicina y protección del medio ambiente. Estas tecnologías promueven esperanza y entusiasmo y, por otra alarma y hostilidad. Como en cualquier comportamiento humano es necesario valorar su utilidad real y sus posibles consecuencias, no es licito actuar con irresponsabilidad. Las modernas biotecnologías tienen un fuerte impacto social, económico y político, en el plano local, nacional e internacional. Se han de valorar según los criterios éticos que deben orientar siempre las actividades y las relaciones humanas en el ámbito socioeconómico y político. En cualquier caso, debemos saber que las nuevas biotecnologías no soluciona los problemas de pobreza y subdesarrollo que están en tantos países del mundo. La solidaridad implica la responsabilidad que tienen los países en vías de desarrollo, y particularmente sus autoridades políticas, en la promoción de una política comercial favorable a sus pueblos y del intercambio de tecnologías que puedan mejorar sus condiciones de alimentación y salud.
El Fracaso de la Paz: La Guerra
El magisterio condena la guerra, no es licito sostener que la guerra es un medio apto para resarcir el derecho violado, porque genera nuevos y más complejos conflictos. Los daños causados por un conflicto armado no son solamente materiales, sino también morales, el fracaso de todo humanismo. Igual que existe la responsabilidad de evitar la guerra, también es necesario promover el desarrollo. Los Estados no siempre disponen de los instrumentos necesarios para su defensa, de ahí que existan y sean necesarias las Organizaciones internacionales y regionales, que deben ser capaces de colaborar para hacer frente a los conflictos y fomentar la paz, instaurando relaciones de confianza recíproca que hagan impensable el recurso a la guerra. Una guerra es inmoral y el Estado debe garantizar la defensa aunque sea con armas aunque esto en el último de los casos, antes debe haberse intentado por otros medios.