Garantias extrajudiciales

TEMA 9. LA SUSPENSIÌN DE LOS DERECHOS FUNDAM ENTALES


Analizadas  las  principales  garantías  que  rodean  a  los  derechos  fundamentales,  hemos  de examinar  la  importante cuestión  de la  vigencia  de  los mismos  en  situaciones  de  crisis,  es decir,  la  previsión  que  el  constituyente  ha  realizado  acerca  de  eventuales  circunstancias extraordinarias  o  situaciones  excepcionales.  O  lo  que  es  lo  mismo,  examinar  si  la Constitución  responde  a  la  pregunta  de  si  siguen  los  ciudadanos  disfrutando  de  sus derechos y libertades en esos momentos de crisis. No  hay  una  única  respuesta jurídica  del  Estado ante estas situaciones excepcionales en el derecho comparado, sino  que pueden distinguirse, principalmente, tres posibles soluciones en los diferentes países: 1)  La  de  aquellos  Estados  cuyos  ordenamientos  jurídicos  guardan  absoluto  silencio  al respecto.   En  ellos,  ante  una  situación de  crisis  el  Gobierno  responderá  como  estime oportuno  y  luego,  recuperada  la  normalidad,  el  Parlamento  valorará  dicha  actuación  a posteriori  decidiendo  si  le  exonera  o  no  de  responsabilidad.  Un  ejemplo  de  esta  primera posibilidad  es  la  técnica  inglesa  de  las  —indemnity  bills“  o  —leyes  de  exoneración  de responsabilidad“. 2)  La  de  aquellos  Estados  cuyas  Constituciones  recogen  una  previsión  expresa,  pero  a través  de  una  cláusula  general, una especie de  —cheque  en  blanco“  a  favor  de  los  poderes públicos, o del Jefe del Estado (por ejemplo, la Constitución de Weimar). 3)  Por  último  están  los  Estados  que  prevén  y  regulan  con  precisión  las  facultades  de  los poderes públicos  y las  posibles  limitaciones de  los  derechos  fundamentales en los  estados de  crisis.  El  ordenamiento  jurídico  establece  cuáles  son  las  medidas  que  el  Estado puede adoptar para recuperar la normalidad.  Nuestra  Constitución  se  alinea  entre  los  Estados  que  sí  recogen  una  previsión  para  esas situaciones  excepcionales  dando,  por  tanto,  una  respuesta  jurídica  a  las  mismas.  Es  el llamado derecho de excepción. Dicha previsión se contiene en el artículo 116 CE y ha sido objeto de  desarrollo por la  Ley  Orgánica 4/1981,  de 1  de junio,  de los  Estados de Alarma, Excepción y Sitio, que a  continuación pasamos a analizar.

Situaciones excepcionales: alarma, excepción y sitio

Tres  pueden  ser  los  estados  excepcionales  según  el  artículo  116  CE,  cada  uno  de  ellos pensado para una emergencia distinta: Estado  de  alarma:  hace  referencia  a  una  catástrofe  natural  o  tecnológica,  ocasionada  por los  agentes naturales  o  por  errores  humanos.   Pueden  ser  terremotos,  inundaciones, incendios  forestales,  accidentes  de  gran  magnitud,  crisis  sanitarias,  epidemias, contaminaciones graves,  situaciones de desabastecimiento de productos esenciales, etc. Estado  de  excepción:  hace  referencia  a  una  crisis de  —orden  público“,  es  decir,  cuando el libre  ejercicio  de  los  derechos  y  libertades  fundamentales  o  el  normal  funcionamiento  de las  instituciones  democráticas  o de los  servicios públicos esenciales para  la  comunidad  se vean  gravemente  alterados,  sin  que  los  instrumentos  ordinarios  de  los  poderes  públicos sean suficientes para restablecerlos. Estado de sitio:  cuando  se produzca un  acto de fuerza (armada) contra el  Estado,  es decir, contra  la  soberanía  exterior  o  independencia  de  España,  su  integridad  territorial  o  el ordenamiento  constitucional,  siendo  incluso  necesario llamar  al  Ejército  para  que  cumpla la misión que le encomienda el artículo 8.1 CE.

Estado de  alarma

Es  declarado por el Gobierno, mediante decreto acordado en Consejo de Ministros, por una duración de quince días, dando cuenta al Congreso. Para ser prorrogado es precisa  la  autorización  del  Congreso.  Los  derechos  fundamentales  que  pueden  verse limitados  son  los  relacionados  con  la  naturaleza  de  la  situación  que  da  lugar  al  estado  de alarma:  libre  circulación  o  permanencia  en  determinados  sitios,  así  como  el  uso  de determinados  servicios  (que  podrían  verse  racionados).  El  gobierno  podrá  dar  órdenes  para asegurar el abastecimiento,  así  como intervenir  empresas  y  movilizar a  su  personal, imponer prestaciones personales obligatorias  o  adoptar medidas contra enfermedades contagiosas (art.

Estado  de  excepción


Es  declarado  por  el  Gobierno,  mediante  decreto  acordado  en Consejo  de Ministros, pero  es  necesaria  la  previa  autorización  del  Congreso.  El  Gobierno dirige  su  solicitud  al  Congreso,  indicando  los  efectos  d el  estado  de  sitio,  el  ámbito territorial,  la  duración,  las  medidas  a  adoptar  y,  tras  el  correspondiente  debate,  si  el Congreso da su aprobación  el Gobierno declarará el estado  de excepción. Su duración será de treinta días como máximo, prorrogable por otros treinta. 37.2  CE).  La  suspensión  se  refiere  a  determinadas  garantías,  no  significa  supresión  de dichos  derechos  o  libertades.  Los  que  se  pueden  ver  más  debilitados  son  los  de  huelga  y las medidas  de conflicto  colectivo.  En  relación  con los  demás  unas garantías se sustituyen por otras, la  detención  no  podrá  durar  más  de  diez  días  siendo  necesaria la  comunicación inmediata  al  juez,  los  registros  del  domicilio  se  harán  ante  la  presencia  de  los  vecinos  y con  la  inmediata  puesta  en  conocimiento  judicial,  la  intervención  de  comunicaciones  se hará  comunicándolo  al  juez  igualmente,  el  derecho  de  reunión  no  puede  ser  prohibido  a los  partidos,  sindicatos  y  asociaciones  empresariales,  será  posible  el  secuestro  de publicaciones pero, en ningún caso, será admisible la censura previa.

Estado de sitio

Es declarado por el Congreso, a  propuesta del Gobierno, siendo  necesaria mayoría absoluta  de  la Cámara.  Se  indicará  igualmente  la  duración, ámbito y  condiciones del  estado  de  sitio.  Durante  el  estado  de  sitio  pueden  quedar  suspendidos  los  mismos derechos  y  libertades  que  en  el  estado  de  excepción  y,  además,  el  derecho  a  no  ser obligado a declarar  (art. Sin  entrar  en  la  polémica  de  la  posible  discriminación  que  puede  suponer  esta suspensión  individual  de  derechos,  hay  que  decir,  al  menos,  que  la  Constitución, consciente  de  la  ampliación  de  facultades que supone  para  el poder ejecutivo, la rodea  de dos importantes garantías: la reserva de ley orgánica y la intervención del poder judicial. La  suspensión está prevista para hacer  frente a  la  amenaza por banda terrorista, sin que  el  legislador  pueda  ampliar  los  supuestos.  Y  ha  de  tratarse  efectivamente  de  una banda  armada  terrorista“,  que  provoque,  por  tanto,  terror  en  la  sociedad  alterando  el orden  democrático  y  constitucional  del  Estado,  sin  que  pueda  equiparse  a  ello,  sin  más, personas o  grupos de personas con armas.

Los derechos suspendibles son:

El  del  plazo  de  72  horas  de  la  detención  y  el  derecho  del  detenido  a  poner  en conocimiento del familiar  o persona que  se desee el hecho de la detención y  el  lugar  de  la custodia  (art.  17.2  CE).  El  detenido  por  su  posible  implicación  en  delitos  de  terrorismo puede  permanecer  en  esa  situación 48 horas  más  si así  lo  autoriza el  órgano  judicial,  por tanto  hasta  un  total  de  cinco  días.  Asimismo  podrá  ser  incomunicado,  con  la  debida autorización  judicial  (permaneciendo  incomunicado  hasta  que  el  juez  dicte  la autorización). 18.3  CE).  Para  hacer  un  registro  domiciliario  o  intervenir  las  comunicaciones  no  será necesaria  la  autorización  judicial  pero,  siguiendo  la  interpretación  del  Tribunal Constitucional,  sí  será  preciso  ponerlo  en  conocimiento  del  órgano  judicial  tan  pronto como sea posible. En  todo caso, el  citado  artículo  55.2 CE  reconoce  un  principio  de  responsabilidad penal por  violación  de  los  derechos  y  libertades  ocasionados por  la utilización  abusiva  de la suspensión.


TEMA 10. EL DEFENSOR DEL PUEBLO Antecedentes y regulación


Tras  haber  estudiado  las  garantías  normativas  y  jurisdiccionales  que  protegen  los derechos  fundamentales  nos  queda  por  analizar  la  llamada  garantía  orgánica,  consistente en  la  previsión  constitucional  de  un  órgano  con  la  finalidad  específica  de  velar  por  el respeto  de los  derechos  fundamentales.  Este  órgano  es el Defensor del Pueblo, previsto en el  artículo  54  CE,  cuya  regulación  ha  sido  objeto  de  desarrollo  legislativo  por  la  Ley Orgánica 3/1981, de 6 de abril, del Defensor del Pueblo. El  origen  de  esta  figura  es  el  Ombudsman  de  la  Constitución  sueca  de  1809, mandatario  y  representante  del  Parlamento,  creado  para  controlar  la  actividad  de  la Administración  y  de  los  órganos  jurisdiccionales  y  así  velar  por  el  respeto  de  la  ley  y  de las  libertades  públicas.  El  éxito  de  este  órgano  hizo  que  fuese  acogido  en  otras Constituciones,  como  la  Ley  Fundamental  de  Bonn  (art.  45)  hasta  extenderse  por  la mayoría de los países  europeos. En  España  el  Defensor  del  Pueblo  es  un  órgano  auxiliar  de  las  Cortes  Generales  -—alto comisionado de las Cortes Generales“ (art. 54 CE)- para controlar mejor al poder ejecutivo en  su  quehacer  diario  y  garantizar,  de  este  modo,  más  eficazmente,  el  ejercicio  de  los derechos y libertades fundamentales por los ciudadanos.

Nombramiento

 Es elegido por mayoría de tres quintos de cada Cámara, a propuesta de la Comisión Mixta  Congreso-Senado  de  Relaciones  con  el  Defensor  del  Pueblo.  El  constituyente  ha querido  rodear  a  la  figura  del  Defensor  del  Pueblo  de  un  amplio  consenso,  con  esta mayoría cualificada. Cualquier  español  mayor  de  edad  que  disfrute  de  sus  derechos  civiles  y  políticos puede  ser  Defensor  del  Pueblo.  Su  mandato  dura  cinco  años  y,  a  pesar  de  ser  nombrado por las Cortes, goza  de  autonomía en el  ejercicio  de  sus  funciones, siguiendo  únicamente su  propio  criterio  y  sin estar  sujeto  a  mandato  imperativo  ni  instrucciones  de ningún tipo. Goza  de  inviolabilidad  e  inmunidad  (al  igual  que  los  parlamentarios)  y  su  cargo  es incompatible  con  cualquier  otro  cargo  público,  militancia  en  partido  político,  sindicato  o asociación profesional, o actividad empresarial o profesional.

Funciones y facultades

 La función  fundamental del Defensor  del Pueblo es  la defensa  de  los derechos  del Título  I  (tanto  los  derechos  y  libertades  de  las  dos  secciones  del  capítulo  II,  como  los principios rectores de la  política social y  económica del capítulo III). El Defensor del Pueblo realiza este importante cometido principalmente a través de la  elaboración  de  un  Informe  anual,  resultado  de  haber  supervisado  la  actuación  de  la Administración  Pública  para  comprobar  si  se  respetan  los  derechos  y  libertades  de  los ciudadanos.  El  Defensor  del  Pueblo  da  cuenta  a  las  Cortes  de  las  posibles  deficiencias  y carencias  observadas en los  distintos sectores de  la Administración en  este Informe anual, en  el  que  realiza  un  análisis  general  del  funcionamiento  de  la  Administración  Pública,  en sus  distintos  sectores  y  niveles,  indicando  el  número  y  tipo  de  quejas  presentadas  ante  él por los  ciudadanos.  Cumple, de este modo, una  función  de denuncia ante  el  Parlamento  e, indirectamente,  ante  la  opinión  pública  acerca  del  respeto de  los  derechos  y  del  grado  de insatisfacción  de  los  ciudadanos  con  el  funcionamiento  de  la  Administración  Pública. Hasta  la  fecha,  la  mayoría  de  quejas  reflejadas  en  los  sucesivos  Informes  anuales  se refieren  a  la  lentitud  de  la justicia  (art.  24  CE),  violación  de  los  derechos  del artículo  17 CE,  irregularidades  en  el  acceso  a  la  función  pública  (art.  23  CE),  violaciones  de  la dignidad  personal  durante  el  cumplimiento  del  servicio  militar  (art. 15  CE),  racismo (art. 14 CE), mal funcionamiento de los servicios públicos, etc. Pero  además  de  la  elaboración de  este  Informe  anual,  el Defensor  lleva  a  cabo su función de protección de  los derechos y libertades a través de otros cauces: Así,  está  legitimado  para  interponer  el  recurso  de  inconstitucionalidad  contra cualquier  ley  que,  a  su  juicio,  pueda  vulnerar  alguno  de  los  derechos  y  libertades  del Título  I  (art.  162.1.a)  CE).  En  principio  pudiera  parecer  poco  apropiado  otorgar  esta legitimación  al  —mandatario  de  las  Cortes  Generales“  para  impugnar  las  leyes  aprobadas por  éstas.  Sin  embargo,  además  de  que  también  pueden  tratarse  de  leyes  autonómicas,  el constituyente  ha  querido  dar  la  oportunidad  al  Defensor del  Pueblo  de  actuar  canalizando las  denuncias  de  los  ciudadanos  y  colectivos  sociales  contra  las  leyes  y  servir  como portavoz  de  los  mismos,  teniendo  presente  que  éstos  carecen  de  legitimación  para interponer el  recurso  de  inconstitucionalidad  (aunque  no está  jurídicamente vinculado  por las peticiones presentadas al respecto). También  está  legitimado  para  interponer  el  recurso  de  amparo  por  violación  de derechos  fundamentales (art.162.1.b)  CE).  En  este  caso  actuará  en  interés  del  propio afectado  y  en  representación  de  la  sociedad  que  reclama  de  los  poderes  públicos  el cumplimiento  de  los  mandatos  constitucionales  y  el  respeto  de  los  derechos fundamentales.

Procedimiento y medios de actuación

El  Defensor  del  Pueblo  actúa  de  oficio  o  a  instancia  de  parte.  Puede  dirigirse  al mismo  cualquier  persona  natural  o  jurídica  que  invoque  un  interés  legítimo,  debiendo hacerlo  por  escrito  solicitando  su  intervención  para  esclarecer  actos,  resoluciones  y conductas  de  las  Administraciones  Públicas  que  afecten  a  derechos  y  libertades.  No  es necesaria la intervención de  Abogado  ni Procurador, siendo, por otra parte, las actuaciones del Defensor gratuitas. El  Defensor  puede  rechazar  o  tramitar  dichas  peticiones.  En  caso  de  rechazarlas habrá  de  hacerlo  por  escrito  motivado,  informando  al  interesado,  en  su  caso,  acerca  de otras posibles vías más oportunas para su pretensión. En  el  caso  de  decidir  tramitarlas,  promoverá  la  oportuna  investigación,  dando cuenta  de  la  solicitud  a  la  Administración  competente.  En  este  sentido,  el  Defensor  tiene amplias  facultades  para  investigar  y  esclarecer  los  actos  y  resoluciones  de  la Administración  en  relación  con  los  ciudadanos  a  fin  de  comprobar  si  se  respetan  los derechos  y  libertades  de  los  mismos.  Las  Administraciones  Públicas  están  además obligadas  a  colaborar  y  auxiliar  dichas  las  investigaciones  del  Defensor  del  Pueblo, pudiendo  éste  incluso  personarse  en  cualquiera  de  sus  centros  para  comprobar  lo  que estime  oportuno  y  solicitar  cuanta  documentación  precise  (incluida  la  clasificada  como secreta).  Toda  obstaculización  en  su  investigación  está  considerada  como  delito  de desobediencia. Si  bien  el  Defensor  del  Pueblo  no  tiene  potestad  para  sancionar  ni  tampoco  para anular  las  disposiciones  y  resoluciones  que  puedan  ser  vulneradoras  de  derechos  e intereses  de  los  ciudadanos,  sí  que  puede  dirigirse  a  los  funcionarios  y  órganos administrativos  con  cuantas  sugerencias  crea  necesarias  para  lograr  modificar  las conductas  y  actuaciones  administrativas  que  considere  perjudiciales  para  los  intereses  de los  ciudadanos.  Además  de  formular  recomendaciones  y  recordar  los  deberes  legales  de dichos órganos  (quedando  éstos obligados a responder  por escrito  al  Defensor), cuando se encuentre  con  comportamientos  delictivos  los pondrá en conocimiento del  Fiscal  General del Estado para que éste  ejerza las acciones penales correspondientes. Con  independencia  de  las  facultades  del  Defensor  del  Pueblo  de  supervisar  la actividad  administrativa  autonómica,  reconocidas  en  la  LODP  (art.  12),  algunas Comunidades  Autónomas  han  previsto  la  creación  de  figuras  similares  a  la  del  Defensor del  Pueblo,  con  la  misma  o  diferente  denominación  ((País  Vasco,  Andalucía,  Aragón, Canarias  y  Baleares,  Sindic  de  Greuges  en  Cataluña,  Síndico  de  Agravios  en  Valencia, Valedor del Pueblo en Galicia). El artículo 12 de la  LODP ordena que los órganos creados por  las  Comunidades  Autónomas  a  tal  fin  coordinen  sus  funciones  con  las  del  Defensor del Pueblo, pudiendo éste solicitar su cooperación.

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